El Sastrecillo Valiente

El Sastrecillo Valiente

por Hermanos Grimm

⏱️4 min3-4 añosIngenioValentía
Había una vez un sastrecillo muy alegre. Un día de verano, preparó una rica tostada con mermelada. ¡Qué bien olía! El dulce olor atrajo a muchas moscas curiosas. "¡Oh, cuántas visitantes!", dijo el sastrecillo. Con un pañuelo, dio una sola sacudida y ¡zas!, siete moscas salieron volando a la vez.

"¡Siete de un golpe!", exclamó, muy orgulloso. "¡El mundo debe saber lo ingenioso que soy!". Y se cosió un cinturón que decía: "SIETE DE UN GOLPE". Con su cinturón nuevo y un trocito de queso en el bolsillo, salió a explorar.

En el camino, vio a un gigante muy grande. El gigante leyó el cinturón y pensó que el sastrecillo había vencido a siete hombres. "¡Qué fuerte pareces!", dijo con voz de trueno. "Demuéstralo".

El gigante tomó una piedra y la apretó hasta que salieron gotas de agua. "A ver si puedes hacer esto", retó al sastrecillo. El sastrecillo, muy listo, sacó su queso del bolsillo y lo apretó. Del queso salió todo el suero, que parecía agua. "Yo hago salir un río", dijo. El gigante se sorprendió mucho.

"¡Increíble!", dijo el gigante. "Ahora, lanza una piedra tan alto que no se vea". El gigante lanzó una roca que subió muy, muy alto, pero al final, cayó. Entonces, el sastrecillo sacó con cuidado un pajarito que había rescatado. Lo lanzó suavemente al aire. "¡Vuela libre, amiguito!". El pájaro voló tan alto que se perdió en el cielo azul. El gigante no daba crédito.

Asustado, el gigante corrió a contarle al rey. El rey, un poco preocupado, le propuso un reto: "En mi bosque viven dos gigantes muy gruñones que no dejan dormir a nadie con sus ronquidos. Si logras que se marchen, te casarás con mi hija, la princesa, y compartirás mi reino".

El sastrecillo aceptó. Encontró a los dos gigantes durmiendo y roncando bajo un árbol. Con mucho cuidado, subió a una rama y les dejó caer unas bellotas. Un gigante se despertó y le dijo al otro: "Oye, ¿por qué me molestas?". "No te he hecho nada, estarás soñando", contestó el segundo. Y se durmieron otra vez.

El sastrecillo les tiró más bellotas. Los gigantes se despertaron de nuevo, muy enfadados. Empezaron a discutir tan fuerte que los pajaritos se asustaron. "¡No quiero estar más cerca de ti!", gritó uno. "¡Pues yo tampoco!", respondió el otro. Y tan enfadados estaban, que cada uno se fue por su lado para no volver jamás.

El sastrecillo volvió al palacio. El rey, muy contento, cumplió su promesa. El sastrecillo se casó con la princesa y todos vivieron felices. Y así, el pequeño sastre demostró que el ingenio es más importante que el tamaño.

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