El Ángel

El Ángel

por Hans Christian Andersen

⏱️4 min3-4 añosAmorBondad
Un niño bueno dormía muy calentito en su cama una noche. De pronto, una luz suave y cálida llenó su habitación. Era un ángel, con alas grandes y blanditas que parecían de algodón y brillaban como pequeñas estrellas. El ángel se acercó a la cama y le susurró con una voz muy dulce: "Hola, pequeño. ¿Quieres dar un paseo volando conmigo?".

El niño sonrió muy grande. ¡Claro que quería! No tenía nada de miedo. Tomó la mano del ángel y, ¡zas!, de repente, estaban flotando suavemente. Salieron por la ventana y volaron por el cielo nocturno, sobre la ciudad que dormía. ¡Era muy divertido ver todo tan pequeñito desde arriba!

Pasaron sobre el jardín del niño. Estaba lleno de flores de muchos colores: rojas, amarillas y azules. El ángel llevaba una cesta que parecía hecha de luz de luna y, con mucho cuidado, recogía las flores más bonitas y coloridas. "Son para un jardín muy especial en el cielo", le explicó, "un lugar donde las flores siempre están contentas y nunca se marchitan".

De pronto, el ángel se fijó en una maceta olvidada en un rincón del jardín. Dentro había una florecita del campo, un poco mustia y con sus pétalos algo caídos. Parecía un poquito triste. Sin embargo, el ángel la recogió con muchísimo cariño y la puso justo en el centro de su cesta, rodeada de las otras flores brillantes.

El niño, extrañado, le preguntó: "¿Por qué recogiste esa flor? No parece tan bonita como las demás". El ángel sonrió con ternura. "¿No la recuerdas?". El niño pensó un momento, mirando la florecita. ¡Claro! ¡Ya se acordaba! "¡Sí!", exclamó feliz. "¡Esa flor se la di ayer a mi amiga Sofía! Estaba triste, y yo quería que se pusiera contenta".

El ángel asintió, muy contento. "Exacto. Las otras flores son preciosas, pero esta está llena de tu cariño. Por eso es la flor más especial de todas. En el cielo, esta pequeña flor brillará más que ninguna otra, porque es una flor de amor".

Después del paseo, el ángel llevó al niño de vuelta a su cama y lo arropó suavemente con sus alas. "Ahora duerme", le dijo con suavidad, "y sueña con todas las flores llenas de cariño". El niño se durmió enseguida, soñando con una pequeña flor que brillaba más fuerte que el sol en un jardín lleno de estrellas.

Y es que las cosas que se dan con amor son las que más brillan en el mundo.

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