El Baúl Volador

El Baúl Volador

por Hans Christian Andersen

⏱️3 min3-4 añosAmistadImaginación
Había una vez un joven muy alegre. Un día, recibió un regalo especial. Era un baúl de madera. ¡Pero no era un baúl normal! Tenía un botón secreto. Si lo apretabas, ¡el baúl podía volar!

El joven se sentó encima. Apretó el botón y ¡fiuuu! El baúl subió por el aire. ¡Muy, muy alto! Voló sobre los techos de colores. Los ríos parecían cintas brillantes. Los campos eran como mantas verdes. ¡Volar era genial!

El baúl voló hasta llegar a un palacio gigante. Tenía torres altas y banderas de muchos colores. Aterrizó suavemente en un balcón. Allí apareció una princesa. Su vestido brillaba como el sol y su sonrisa era muy cálida. “¡Hola!”, dijo la princesa sorprendida. “Hola”, respondió el joven. “Soy un contador de cuentos”.

Y el joven le contó historias fantásticas. Historias de dragones que echaban burbujas de jabón por la nariz. Y de nubes que sabían a fresa. La princesa reía a carcajadas. ¡Qué cuentos tan divertidos! Se hicieron los mejores amigos muy rápido.

Un día, para sorprenderla, el joven subió de nuevo al baúl. “¡Mira cómo vuelo!”, le dijo. Y ¡fiuuu!, subió muy alto, casi hasta tocar las nubes. Pero de repente, ¡puf! La magia del baúl se acabó. El baúl no se cayó. Empezó a flotar hacia abajo, muy despacio, como una hoja que cae de un árbol.

Aterrizó suavemente en el jardín del palacio. El joven miró su baúl. Ya no volaba. La princesa lo vio todo desde su balcón y corrió hacia él. Le dio un abrazo muy, muy grande. “¡No importa el baúl!”, le dijo ella con una gran sonrisa. “Volar era divertido, ¡pero tus cuentos son mucho mejores! ¡Esa es la verdadera magia!”.

El joven sonrió también. Sabía que su amiga tenía razón. Y se quedaron juntos, contando cuentos y riendo cada día.

Porque volar es divertido, ¡pero tener un amigo es la mejor aventura de todas!

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