El Buey y la Rana

El Buey y la Rana

por Esopo

⏱️4 min3-4 añosAceptaciónHumildad
En una charca brillante y llena de sol, vivía una familia de ranitas muy felices. Les encantaba cantar juntas su canción especial: "¡Croac, croac, qué bien se está! ¡Saltando y jugando sin parar!". Pasaban el día saltando de hoja en hoja y chapoteando en el agua fresca.

Un día, un buey muy, muy grande se acercó a la orilla para beber. ¡Era enorme! Sus patas eran altas como árboles pequeños y su cabeza era más grande que la roca más gorda de la charca. Cuando hizo ¡Muuuuu!, su voz profunda hizo que todo el agua temblara un poquito.

Una de las ranitas, la más curiosa de todas, lo vio con los ojos muy abiertos. ¡Qué animal tan gigante! Corrió emocionada hacia sus hermanos y les dijo: "¡He visto al animal más grande del mundo! ¡Yo quiero ser así de grande!".

Sus hermanos le sonrieron con cariño. "Pero ser una rana es muy divertido", dijo el mayor. "Podemos jugar a las escondidas entre las flores, ¡y el buey no cabe!".

Pero la ranita quería intentarlo. Tomó mucho aire y ¡puf!, se infló un poquito. Sus mejillas se pusieron redondas como dos cerezas verdes. Con una vocecita apretada, preguntó: "¿Ya soy grande? ¿Ya soy como el buey?".

Sus hermanos se rieron suavemente. "¡No, hermanita, no!", le dijeron. "El buey es mucho, mucho más grande. ¡No te esfuerces!".

La ranita no escuchó. Tomó todavía más aire. ¡Puf, puf! Se hizo más y más redonda, hasta que parecía una pelota verde a punto de flotar. Volvió a preguntar: "¿Y ahora? ¿Ya soy grande como el buey?".

Sus hermanos ya estaban preocupados. "¡Para ya, por favor!", le rogaron. "¡Nos gustas así, pequeña y saltarina! ¡Ser rana es lo mejor!".

Pero la ranita hizo un último y gran esfuerzo. ¡Se infló tanto, tanto, tanto que de repente... ¡PFFFFFFFFT!

Todo el aire se escapó de golpe con un silbido muy chistoso. La ranita salió disparada por el aire, dio un par de volteretas divertidas y cayó con un suave ¡splash! en el agua.

Cuando salió, ¡era la misma ranita de siempre! Sus hermanos nadaron hacia ella y le dieron un gran abrazo de rana. "¡Qué susto!", dijeron todos. La ranita los miró y se sintió muy querida. Comprendió que ser una rana era maravilloso.

Y desde ese día, la ranita cantaba siempre una nueva canción: "¡Grande o pequeño, sé feliz como eres tú!".

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