El Cangrejo y su Madre

El Cangrejo y su Madre

por Esopo

⏱️5 min3-4 añosAceptaciónSer uno mismo
Había una vez, en una playa muy grande y soleada, un pequeño cangrejito llamado Pipo. A Pipo le encantaba jugar en la arena dorada. Corría de un lado para otro sobre sus muchas patitas, haciendo un sonido muy divertido que se escuchaba por toda la orilla: ¡clic, clac, clic, clac! Pero Pipo no caminaba hacia adelante, como los pececitos que nadaban en el agua azul. Él siempre, siempre caminaba de ladito, ¡y le parecía la forma más divertida de moverse!

Un día, su mamá lo miraba con mucho cariño desde una roca. "Pipo, mi tesoro", le dijo con una voz tan suave como las olas del mar. "¡Qué bien te lo pasas! Pero, ¿por qué no intentas caminar derechito? ¡Hacia adelante, como si fueras una flecha!".

Pipo se detuvo y ladeó la cabeza. Miró sus patitas y luego a su mamá. "¿Derechito?", preguntó con curiosidad. "¡Qué idea tan rara, mamá!". Con mucho cuidado, levantó una patita y luego la otra, intentando ponerla justo al frente. ¡Uy, qué lío se armó! Se tambaleó un poquito para un lado, luego para el otro, y ¡plas!, casi se cayó en la arena suave. A Pipo le dio tanta risa que su caparazón temblaba. "¡Jaja, qué gracioso es esto!".

"¡Lo has hecho muy bien! Vamos, mi pequeño valiente, inténtalo otra vez", le animó su mamá con una gran sonrisa. "Un pasito y después otro pasito. ¡Tú puedes, adelante!".

El pequeño Pipo lo intentó de nuevo, muy, muy concentrado, pero sus patitas parecían tener vida propia y solo querían moverse de costado. Entonces, una idea brillante apareció en su cabeza. Miró a su mamá con sus ojitos redondos y le dijo: "Mami, ¿y si me enseñas tú? ¡Camina tú derechito para que yo vea cómo se hace! ¡Si tú lo haces, yo también podré aprender!".

Mamá Cangrejo sonrió, sintiéndose muy segura. "¡Claro que sí, Pipo! ¡Es una idea excelente! Mírame con atención", dijo, muy orgullosa de poder enseñarle a su hijo.

Entonces, Mamá Cangrejo se preparó con cuidado. Respiró hondo y trató de caminar hacia adelante. Pero, ¡qué sorpresa se llevó! Sus patitas se enredaron un poco y, en lugar de ir al frente, dio un pasito… ¡de lado! "¡Oh!", exclamó sorprendida. Lo intentó otra vez, moviendo sus grandes pinzas para mantener el equilibrio. "A ver… una patita aquí y la otra…". ¡Nada! Su cuerpo solo sabía moverse haciendo ¡clic, clac, de ladito!

Pipo soltó una carcajada llena de alegría que resonó en la playa. "¡Mami, caminas igual que yo! ¡Tú también haces clic, clac, de ladito! ¡Somos un equipo!". Mamá Cangrejo lo miró y también se empezó a reír con mucho cariño. Se sintió muy feliz y muy orgullosa de su pequeño, y también de ser como era. Le dio un enorme abrazo a Pipo con sus pinzas y le dijo con una gran sonrisa: "¡Tienes toda la razón! Nuestro caminar de ladito es especial y es el mejor del mundo".

Muy contentos y riéndose juntos, los dos caminaron de ladito por la orilla, dejando un caminito de huellas torcidas en la arena. Se sentían muy orgullosos de su divertido caminar.

Y así aprendieron que ser diferente no es raro, ¡ser diferente te hace especial!

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