El Burro y la Campanilla

El Burro y la Campanilla

por Fábula popular

⏱️4 min3-4 añosCompartirAmistad
Había una vez un burrito muy alegre llamado Pipo. Pipo vivía en un prado verde y grande, lleno de flores de colores y mariposas que revoloteaban a su alrededor. Le encantaba correr por el campo, oler las flores y saludar a todos sus amigos.

Un día, mientras buscaba un trébol de cuatro hojas, vio algo que brillaba intensamente bajo un arbusto. ¡Era una campanilla! Una campanilla redonda, dorada y reluciente. Pipo la empujó suavemente con su nariz y la campanilla hizo un sonido mágico: ¡tilín, tilín!

A Pipo le pareció el sonido más bonito del mundo. ¡Qué suerte había tenido! Se colgó la campanilla del cuello con una cinta de color rojo que encontró cerca y empezó a caminar, saltando de alegría. ¡Tilín, tilín, tilín! Con cada paso, la campanilla cantaba su canción. Pipo movía la cabeza de un lado a otro para que sonara aún más fuerte.

Pero el sonido era tan constante y ruidoso que sus amigos empezaron a sentirse un poco molestos. Los conejos, que jugaban al escondite, se asustaron y corrieron a sus madrigueras. Las ovejas querían dormir su siesta bajo el sol, ¡pero no podían! Se taparon las orejas con sus patitas de lana, pero el ¡tilín, tilín! seguía sonando.

Una ardilla muy amable se acercó con cuidado a Pipo. Le dijo con una vocecita suave: “Pipo, tu campanilla es preciosa, pero hace demasiado ruido. ¡Nos duele un poquito la cabeza!”. Al oír esto, Pipo se puso muy triste. Su sonrisa desapareció y su cara alegre se convirtió en una carita con un gran puchero. Él no quería molestar, solo compartir su música feliz.

Justo en ese momento, un búho muy sabio que lo veía todo desde la rama de un roble, voló hasta donde estaba Pipo. “No estés triste, Pipo”, le dijo el búho con su voz tranquila. “La música es maravillosa, pero ¿qué tal si la usamos para algo especial? ¡Podemos formar una gran banda del bosque!”. La cara de Pipo cambió por completo. ¡Sus ojos se iluminaron de repente y su puchero se transformó en la sonrisa más grande que había puesto nunca! “¡Qué idea tan fantástica!”, exclamó.

Esa misma tarde, organizaron el primer concierto del prado. ¡Fue todo un éxito! Pipo, muy emocionado, hizo sonar su campanilla justo al ritmo que marcaba la música. ¡Tilín, tilín! Su sonido se mezclaba perfectamente con el dulce canto de los pajaritos y el divertido croar de las ranas. ¡Era la melodía más bonita que se había oído jamás! Todos los animales del prado bailaron y aplaudieron con muchísima alegría.

Y desde ese día, Pipo siempre recordó que tocar juntos es mucho más divertido.

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