
La Pastora y el Deshollinador
En un estante lleno de juguetes, vivían dos muñequitos de porcelana, tan delicados como una taza de té. Eran una Pastora con un vestido de colores y un Deshollinador con una pequeña escalera. El Deshollinador era el encargado de limpiar las chimeneas, esos tubos largos por donde sale el humo para que las casas estén calentitas. Eran los mejores amigos y les encantaba jugar juntos.
Cerca de ellos, había un General de madera muy mandón. Quería que la Pastora jugara solo con él. "¡Tú jugarás conmigo!", decía, sin querer compartir. Pero a la Pastora le gustaba más jugar con su amigo, el Deshollinador.
Un día, la Pastora le susurró al Deshollinador: "No quiero jugar con alguien mandón. ¡Quiero ver el mundo contigo!". El Deshollinador, que era muy valiente, sonrió y le dijo: "¡Tengo una idea! Podemos subir por la chimenea y ver las estrellas de cerca. ¡Será una pequeña gran aventura!".
Con mucho cuidado, bajaron del estante y fueron hacia la chimenea. "¡Por este túnel mágico llegaremos al tejado!", explicó el Deshollinador. Subieron y subieron, ¡qué divertido era! El vestido de la Pastora se manchó un poquito de negro, ¡parecía una exploradora!
Cuando llegaron arriba, vieron el cielo lleno de luces que parpadeaban. ¡Eran las estrellas! El mundo se veía muy grande desde el tejado. "¡Qué bonito es!", dijo la Pastora. Pero después de un ratito, añadió: "Aunque ya extraño nuestro estante calentito. ¡Esa es nuestra casa!". El Deshollinador estuvo de acuerdo. "¡Sí, nuestro hogar es el mejor lugar!".
Así que bajaron de nuevo, se limpiaron las manchitas y volvieron a su estante. El General de madera los vio llegar, tan contentos de estar juntos. Se sintió un poco solo siendo tan mandón. La Pastora, con su gran corazón, le sonrió y le dijo: "¿Quieres jugar con nosotros?".
El General de madera se puso muy feliz. ¡Claro que quería! Y descubrió que jugar los tres juntos era mucho más divertido que jugar solo.
Y desde ese día, todos jugaron juntos, porque la mejor aventura es tener amigos con quienes compartir.
Cerca de ellos, había un General de madera muy mandón. Quería que la Pastora jugara solo con él. "¡Tú jugarás conmigo!", decía, sin querer compartir. Pero a la Pastora le gustaba más jugar con su amigo, el Deshollinador.
Un día, la Pastora le susurró al Deshollinador: "No quiero jugar con alguien mandón. ¡Quiero ver el mundo contigo!". El Deshollinador, que era muy valiente, sonrió y le dijo: "¡Tengo una idea! Podemos subir por la chimenea y ver las estrellas de cerca. ¡Será una pequeña gran aventura!".
Con mucho cuidado, bajaron del estante y fueron hacia la chimenea. "¡Por este túnel mágico llegaremos al tejado!", explicó el Deshollinador. Subieron y subieron, ¡qué divertido era! El vestido de la Pastora se manchó un poquito de negro, ¡parecía una exploradora!
Cuando llegaron arriba, vieron el cielo lleno de luces que parpadeaban. ¡Eran las estrellas! El mundo se veía muy grande desde el tejado. "¡Qué bonito es!", dijo la Pastora. Pero después de un ratito, añadió: "Aunque ya extraño nuestro estante calentito. ¡Esa es nuestra casa!". El Deshollinador estuvo de acuerdo. "¡Sí, nuestro hogar es el mejor lugar!".
Así que bajaron de nuevo, se limpiaron las manchitas y volvieron a su estante. El General de madera los vio llegar, tan contentos de estar juntos. Se sintió un poco solo siendo tan mandón. La Pastora, con su gran corazón, le sonrió y le dijo: "¿Quieres jugar con nosotros?".
El General de madera se puso muy feliz. ¡Claro que quería! Y descubrió que jugar los tres juntos era mucho más divertido que jugar solo.
Y desde ese día, todos jugaron juntos, porque la mejor aventura es tener amigos con quienes compartir.
Cuentos que te pueden gustar
Descubre historias similares llenas de aventuras y enseñanzas