El Cuervo Envidioso

El Cuervo Envidioso

por Esopo

⏱️4 min3-4 añosAceptaciónAmistad
Había una vez un cuervo llamado Carlos. Carlos era un cuervo muy feliz con sus plumas negras y brillantes. Le encantaba volar muy alto y jugar con sus amigos cuervos entre las nubes.

Un día, mientras volaba cerca de un estanque, vio un cisne precioso. ¡El cisne era todo blanco y se deslizaba por el agua con mucha elegancia! Carlos se quedó fascinado. “¡Qué bonito! ¿Cómo será ser un cisne?”, pensó con curiosidad. “¡Voy a intentarlo!”.

Así que Carlos bajó al estanque, despidiéndose por un ratito de sus amigos. Primero, intentó nadar igual que el cisne. Pero sus patitas no estaban hechas para nadar. ¡Chapoteaba haciendo plas, plas, plas! y salpicaba agua por todas partes. Era divertido, pero no se parecía a un cisne elegante. ¡Parecía un cuervo dándose un baño muy ruidoso!

Después, intentó comer la comida de los cisnes. Metió su pico en el agua para buscar plantitas ricas. Pero solo sacó lodo con sabor a tierra. “¡Puaj, qué feo!”, dijo para sí mismo. “¡Prefiero mis frutitas dulces y las semillitas del campo!”.

Carlos se sentó en la orilla, un poco mojado y confundido. Se vio en el reflejo del agua y se dio cuenta de que, aunque lo intentara, seguía siendo un cuervo. Justo en ese momento, escuchó a sus amigos cuervos volando alto en el cielo. ¡Hacían piruetas y jugaban a las carreras! Se veían tan felices con sus plumas negras brillando al sol.

Carlos sonrió. De repente, entendió algo maravilloso. Los cisnes son geniales para nadar, ¡pero los cuervos son increíbles para volar! ¡Volar era su superpoder!

Con un graznido alegre, sacudió sus plumas y voló rápido hacia sus amigos. “¡Carlos, has vuelto!”, gritó uno. Otro amigo se le acercó y le dijo: “¡Te extrañamos! ¡Nos encantan tus plumas negras y brillantes y cómo juegas a las carreras en el cielo!”.

Carlos se sintió muy, muy feliz y orgulloso de ser un cuervo. Estar con sus amigos y ser él mismo era lo mejor del mundo.

Y desde ese día, Carlos recordó siempre algo muy importante: ¡Plumas negras o plumas blancas, ser tú mismo es lo que más encanta!

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