El Flautista de Hamelín

El Flautista de Hamelín

por Hermanos Grimm

⏱️4 min3-4 añosHonestidadPromesas
Había una vez un pueblo muy bonito llamado Hamelín, con casas de colores y jardines llenos de flores. Pero Hamelín tenía un problema muy grande y con bigotes: ¡estaba lleno de ratones! No eran malos, pero sí muy traviesos. Se comían los pasteles, se escondían en los zapatos y jugaban carreras por la noche.

El alcalde, un señor un poco gruñón, prometió una bolsa llena de monedas de oro a quien pudiera librarlos de los ratones. Un día, llegó al pueblo un hombre con un traje de colores y una flauta brillante. "Yo puedo ayudarles", dijo con una sonrisa. "Si me pagan lo prometido, me llevaré a todos los ratones". El alcalde aceptó.

El flautista se paró en la plaza y empezó a tocar una música dulce y mágica. De todas las casas salieron los ratones, grandes y pequeños, y formaron una larga fila bailando detrás de él. El flautista caminó hasta llevarlos muy lejos, a un campo donde los ratones encontraron mucha comida y se quedaron felices.

¡Hamelín estaba en silencio! Todos celebraron. Pero cuando el flautista fue a por su recompensa, el alcalde se rio y se negó a pagarle. El flautista no se enfadó. Se puso serio, volvió a la plaza y tocó una melodía diferente, una que sonaba a risas, juegos y caramelos. Al oírla, todos los niños de Hamelín salieron de sus casas y, con una gran sonrisa, siguieron al flautista.

Los padres vieron cómo los llevaba hacia el bosque, donde un camino de luces de colores apareció, guiándolos a un mundo mágico lleno de toboganes de arcoíris y ríos de chocolate. Los niños estaban felices, jugando y riendo.

El alcalde, muy avergonzado, se dio cuenta de su error. Reunió el oro y le pidió perdón al flautista. El flautista sonrió, aceptó el pago y con una última canción, trajo de vuelta a todos los niños por el camino de luces.

Salieron del bosque contando lo bien que lo habían pasado. Sus familias los abrazaron con alegría, felices de verlos a salvo y contentos. Desde ese día, todos en Hamelín aprendieron la lección: una promesa es una promesa y siempre se debe cumplir.

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