El Pescador y su Mujer

El Pescador y su Mujer

por Hermanos Grimm

⏱️3 min3-4 añosGratitudModestia
Cada mañana, un pescador caminaba hacia la orilla con su barca pequeña. Sus redes estaban viejas, pero su corazón lleno de alegría. Soñaba con un buen día de pesca para llevar a su casa algo sabroso. Un día, su caña tembló de un modo extraño. Cuando tiró con cuidado, ¡no era un pez cualquiera, sino uno que hablaba! ¿Qué haría un pez que hablaba?

El pescador soltó al pez y regresó contento a su barca. Al llegar a casa, su esposa lo esperaba con ojos brillantes. Él le contó todo. Al oír lo del pez que hablaba, la esposa abrió bien los ojos. "¡Pídele algo bueno!", dijo ella. El pescador dudó. "Está bien", pensó. Volvió a la orilla y llamó al mar. "Pez amable, te ruego", dijo con voz suave. El pez emergió y lo miró. "¿Qué deseas?", preguntó. Con un susurro, el pescador pidió: "Queremos una casita nueva con un jardín florido." El pez movió la cola y el agua brilló. El pescador volvió y vio una casita blanca con flores de colores. Las rosas rojas olían dulce y el viento traía el canto de los pájaros. La casita tenía ventanas circulares donde brillaba la luz del sol.

La esposa saltó de alegría. Al día siguiente, sin embargo, su mirada cambió. "Quiero algo más grande", dijo con tono juguetón. "Ve al pez otra vez y pide un gran salón." El pescador sonrió y siguió instrucciones. Fue al agua y llamó: "Pez amigo, mi esposa sueña con un salón amplio." El pez emergió otra vez. "Está hecho", dijo con eco suave. El viento sopló y ante el pescador apareció un salón con cortinas suaves y sillas cómodas.

La esposa se paseaba orgullosa. Pero pronto, su curiosidad creció. "¿Y si tenemos un castillo con torres altas?" El pescador respiró hondo. No le gustaba tanto deseo, pero quiso complacerla. Regresó al mar y habló con ternura al pez. "Mi esposa desea un castillo maravilloso." El pez suspiró y agitó sus aletas. El agua giró. Cuando el pescador volvió, vio un castillo luminoso. Sus torres estaban adornadas con banderas de colores vivos. Delante, un puente de madera cruzaba un foso lleno de agua clara.

Llevaba una corona brillante y un vestido suave. Se sentaba en un trono alto y reía con alegría. La esposa se convirtió en la reina del castillo. Su mirada buscaba siempre más. Aquella noche, susurró: "Siento que quiero ser la reina de todo el mar." El pescador sintió miedo en su corazón. No quiso molestar al pez. Pero su esposa insistió con voz fuerte. Con paso lento, el pescador llegó al agua. "Pez generoso, ella desea ser reina del mar." El pez, con ojos tristes, agitó el agua. Una ola suave envolvió al pescador y lo empujó de regreso a tierra.

Al amanecer, el pescador abrió la puerta. Todo había cambiado. Ante él solo había su vieja barca y su pequeña cabaña. El pescador llamó a su mujer. Ella salió y suspiró, recordando lo ocurrido. Juntos miraron el mar calmo. El sol pintaba de oro las olas y las gaviotas bailaban en el cielo. Todo volvió a la sencillez de antes. Aprendieron que la felicidad estaba en lo que ya tenían. Y así entendieron que a veces, lo mejor es ser agradecidos.

La verdadera felicidad está en valorar lo que tenemos.