El Ratón de Campo y el Ratón de Ciudad

El Ratón de Campo y el Ratón de Ciudad

por Esopo

⏱️5 min3-4 añosSencillezSeguridad
Había una vez un ratoncito llamado Martín, que vivía muy feliz en el campo. Su casita era un agujero muy cómodo al lado de un gran campo de trigo. A Martín le encantaba su hogar: le gustaba correr por la hierba, oler las flores frescas y comer las ricas semillas y bayas que encontraba cada día.

Un día, recibió una visita muy especial. ¡Era su primo Diego, que venía de la gran ciudad! Diego llevaba un sombrerito elegante y, al ver la sencilla casita de Martín, pensó que era demasiado simple.

Martín, muy contento de ver a su primo, le ofreció lo mejor que tenía. "¡Mira, primo! ¡Semillas frescas, raíces dulces y bayas jugosas!". Pero a Diego no le pareció muy emocionante. "¿Esto es todo lo que comes?", preguntó. "¡En la ciudad tenemos comidas riquísimas! ¡Pasteles, queso de todos los colores y un montón de galletas! ¡Tienes que venir a verlo!".

A Martín le dio muchísima curiosidad y aceptó la invitación de su primo para visitar la ciudad. ¡Qué aventura! Cuando llegaron, Martín abrió mucho los ojos. ¡Todo era tan grande y tan ruidoso! Los coches pasaban rapidísimo y las casas eran tan altas que parecían tocar las nubes.

Diego lo llevó a la enorme casa donde vivía. Entraron a una cocina con una mesa gigante. Sobre la mesa había un montón de comida deliciosa: trozos de pastel de chocolate, pedazos de queso amarillo y galletas por todas partes. "¡Bienvenido a un banquete de verdad!", dijo Diego muy orgulloso.

Martín estaba a punto de darle un gran mordisco a un trozo de queso cuando, de repente, ¡MIAU! Un gato grande y curioso saltó sobre la mesa. Aunque solo quería jugar, los ratones se llevaron un susto tremendo. "¡CORRE!", gritó Diego. Los dos corrieron tan rápido como sus patitas les permitieron y se escondieron en un agujero en la pared.

Apenas se calmaron, escucharon un ruido todavía más fuerte: ¡GUAU, GUAU, GUAU! Un perro grandote y alegre pasó corriendo por la cocina, moviendo la cola. Martín se asustó otra vez y se quedó muy, muy quieto en su escondite, con el corazón latiendo muy fuerte.

Cuando por fin todo quedó en silencio, Martín seguía temblando un poquito. Diego vio que su primo estaba asustado y le dio un suave abrazo con su patita. "Tranquilo, primo. Ya se han ido. Aquí a veces hay mucho ruido, pero estamos a salvo en nuestro escondite", le dijo para calmarlo.

Martín respiró hondo y miró a su primo. Con una vocecita suave, le dijo: "Diego, tu comida es deliciosa, pero no puedo disfrutarla con tantos sustos. Prefiero mis semillitas en mi casa tranquila".

Así, el ratoncito de campo se despidió de su primo y volvió a su hogar. Estaba muy feliz de estar de vuelta en el campo, donde podía comer en paz y jugar sin miedo.

Porque más vale un bocado sencillo en paz, que un gran banquete con sustos.

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