
Hermanito y Hermanita
Hermanito y Hermanita vivían en una casita cerca de un bosque muy grande. Un día de sol, salieron a jugar. "¡Vamos a la aventura!", dijo Hermanita. Hermanito corrió feliz detrás de ella.
En el bosque había una magia especial a la que no le gustaba el ruido. Al oír las risas de los niños, la magia del bosque decidió jugarles una broma y encantó todos los arroyos.
Después de jugar, Hermanito tuvo mucha sed. Vio un arroyito con agua clara. "¡Qué sed! Voy a beber", dijo. Pero Hermanita escuchó un susurro en el agua: "Quien beba de mí, en rana se convertirá". "¡No, hermanito, no bebas!", gritó ella. "¡Si te vuelves una rana, me asustarás!".
Siguieron caminando y encontraron otro arroyo. "¡Este sí parece bueno!", dijo Hermanito. Pero Hermanita escuchó otro secreto en el agua: "Quien beba de mí, en un osito se convertirá". "¡Tampoco de este!", le avisó. "Si te vuelves un oso, ¡roncarás muy fuerte!".
Hermanito tenía la garganta muy seca. Llegaron a una pequeña fuente con un hilito de agua. Parecía tan pura que, antes de que Hermanita escuchara nada, Hermanito bebió un gran sorbo. ¡PLOF! De repente, Hermanito ya no era un niño. ¡Era un pequeño ciervo de pelo suave!
Hermanita no se asustó. Le dio un abrazo muy fuerte. "No te preocupes, hermanito ciervo. Yo te cuidaré siempre", le dijo con mucho cariño. Le hizo un collar de flores para no perderlo.
Juntos, encontraron una cabaña vacía para vivir. Hermanita buscaba frutos ricos y el ciervo dormía a su lado para darle calor.
Un día, el buen rey del lugar salió a pasear. Vio al ciervo con su collar de flores y le pareció muy bonito. Lo siguió con cuidado y llegó a la cabaña. Allí conoció a Hermanita.
Al rey le gustó mucho ver cómo la niña cuidaba a su hermanito ciervo. "Tienes un gran corazón", le dijo sonriendo. "Venid a mi castillo. Allí seréis muy felices". Hermanita aceptó muy contenta.
En el castillo, todo era alegría y juegos. Con tanto amor, la magia del bosque se debilitó. Una mañana, ¡PLOF! El hechizo se rompió. El ciervo volvió a ser Hermanito, ¡justo para el desayuno!
¡Qué alegría! El rey, Hermanita y Hermanito se abrazaron y rieron mucho. Se convirtieron en la mejor familia y siempre se cuidaron el uno al otro.
En el bosque había una magia especial a la que no le gustaba el ruido. Al oír las risas de los niños, la magia del bosque decidió jugarles una broma y encantó todos los arroyos.
Después de jugar, Hermanito tuvo mucha sed. Vio un arroyito con agua clara. "¡Qué sed! Voy a beber", dijo. Pero Hermanita escuchó un susurro en el agua: "Quien beba de mí, en rana se convertirá". "¡No, hermanito, no bebas!", gritó ella. "¡Si te vuelves una rana, me asustarás!".
Siguieron caminando y encontraron otro arroyo. "¡Este sí parece bueno!", dijo Hermanito. Pero Hermanita escuchó otro secreto en el agua: "Quien beba de mí, en un osito se convertirá". "¡Tampoco de este!", le avisó. "Si te vuelves un oso, ¡roncarás muy fuerte!".
Hermanito tenía la garganta muy seca. Llegaron a una pequeña fuente con un hilito de agua. Parecía tan pura que, antes de que Hermanita escuchara nada, Hermanito bebió un gran sorbo. ¡PLOF! De repente, Hermanito ya no era un niño. ¡Era un pequeño ciervo de pelo suave!
Hermanita no se asustó. Le dio un abrazo muy fuerte. "No te preocupes, hermanito ciervo. Yo te cuidaré siempre", le dijo con mucho cariño. Le hizo un collar de flores para no perderlo.
Juntos, encontraron una cabaña vacía para vivir. Hermanita buscaba frutos ricos y el ciervo dormía a su lado para darle calor.
Un día, el buen rey del lugar salió a pasear. Vio al ciervo con su collar de flores y le pareció muy bonito. Lo siguió con cuidado y llegó a la cabaña. Allí conoció a Hermanita.
Al rey le gustó mucho ver cómo la niña cuidaba a su hermanito ciervo. "Tienes un gran corazón", le dijo sonriendo. "Venid a mi castillo. Allí seréis muy felices". Hermanita aceptó muy contenta.
En el castillo, todo era alegría y juegos. Con tanto amor, la magia del bosque se debilitó. Una mañana, ¡PLOF! El hechizo se rompió. El ciervo volvió a ser Hermanito, ¡justo para el desayuno!
¡Qué alegría! El rey, Hermanita y Hermanito se abrazaron y rieron mucho. Se convirtieron en la mejor familia y siempre se cuidaron el uno al otro.
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