Juan sin Miedo

Juan sin Miedo

por Hermanos Grimm

⏱️5 min3-4 añosValentíaCuriosidad
Había una vez un niño llamado Juan que era muy, muy valiente. Tan valiente que no sabía lo que era tener miedo. Cuando llovía y sonaban truenos fuertes, su hermano se escondía debajo de la cama. Pero Juan solo decía: “¡Qué ruido tan divertido!”. Si veía una araña, en lugar de gritar, le decía: “¡Hola, amiguita de ocho patas!”.

Un día, Juan le dijo a su papá: “Papá, todo el mundo habla de tener miedo y sentir escalofríos, pero yo no sé qué es eso. ¡Quiero aprender a tener miedo!”. Su papá, rascándose la cabeza, le contestó: “Bueno, hijo, dicen que en el viejo castillo del rey, en la cima de la colina, nadie puede pasar una noche entera porque está encantado. Quizás allí puedas descubrir qué son los escalofríos”.

A Juan le pareció una idea genial. Esa misma noche, preparó una pequeña mochila con su pijama y un juego de cartas, y se fue al castillo. El rey, sorprendido por su valentía, le dijo: “Si logras pasar tres noches aquí, te daré un gran tesoro”.

La primera noche, Juan se acomodó en una gran cama. De repente, escuchó un “¡CLANK, CLANK, CLANK!”. Era una armadura de caballero que caminaba sola por el pasillo. Juan, en lugar de asustarse, le gritó: “¡Eh, tú! ¿Quieres jugar a las cartas?”. La armadura se detuvo, confundida, y se sentó a jugar. Juan ganó todas las partidas. Pero de miedo, nada de nada.

La segunda noche, mientras Juan leía un cuento, apareció un fantasma flotando. Era blanco como una sábana y hacía: “¡Uuuuuuuh!”. Juan se rio a carcajadas. “¡Qué buen disfraz! ¿Jugamos a las escondidas?”. El fantasma, que nunca había jugado a nada, se puso tan contento que se olvidó de asustar y jugó con Juan hasta el amanecer. Juan seguía sin saber qué era el miedo.

La tercera noche, el rey le advirtió que aparecería algo terrible. Juan esperó y, de debajo de la cama, salió un monstruito peludo con tres ojos y cuernos de colores. El monstruito intentó rugir, pero le salió un gritito agudo. Juan sonrió, le hizo una caricia en la cabeza y le dijo: “¡Qué cosita tan suave! ¿Quieres que te cuente un cuento?”. El monstruito se acurrucó a sus pies y se quedó dormido.

A la mañana siguiente, el rey estaba asombrado. “¡Has vencido al encanto del castillo!”, exclamó. Cumplió su promesa y le presentó a su hija, la princesa, que era muy alegre y traviesa. Juan y la princesa se hicieron grandes amigos. Pero Juan seguía sin saber qué era el miedo.

Una mañana, mientras dormía profundamente, la princesa tuvo una idea. Llenó una cubeta con agua fría y pececitos resbaladizos del estanque del jardín y… ¡zas! Se la echó encima a Juan. Juan saltó de la cama gritando: “¡BRRRR, QUÉ FRÍO! ¡Y ALGO SE MUEVE! ¡AAAAAH!”. La princesa se rio a carcajadas.

Juan, temblando y riendo a la vez, exclamó: “¡Escalofríos! ¡Por fin sé lo que es tener miedo!”. Y desde ese día, Juan supo una cosa muy importante: ¡hasta el más valiente puede sentir un susto, sobre todo si hay peces fríos en su cama!

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