
La Gota De Agua
Había una vez un abuelo muy curioso. Tenía una lupa mágica para ver las cosas más chiquititas. Con su lupa, ¡encontraba secretos en todas partes!
Un día llovió. ¡Plic, plac, ploc! El jardín se llenó de charcos brillantes. El abuelo vio uno y, con un palito, cogió una gota de agua. ¡Una sola gotita! Se preguntó: "¿Qué habrá aquí dentro?".
Puso la gota bajo su lupa mágica y miró. ¡Oh, sorpresa! Dentro de la gotita había una fiesta secreta. Un montón de bichitos pequeñitos bailaban sin parar. ¡Gira que te gira, vuelta que te vuelta! Unos eran redondos y otros parecían gusanitos, ¡todos muy juguetones!
Un bichito verde perseguía a uno azul. ¡Zas, zas! Otro, que brillaba un poquito, saltaba muy alto. ¡Hop, hop! Era un mundo secreto lleno de baile y alegría. ¡Gira que te gira, vuelta que te vuelta!
El abuelo miraba la fiesta y sonreía. ¡Qué divertido! Pero después de tanto bailar, los bichitos se cansaron. Empezaron a moverse más despacio... y más despacio... hasta que, ¡shhh!, todos se quedaron quietos. La gran fiesta se convirtió en una siesta silenciosa.
El abuelo entendió que el mundo está lleno de maravillas escondidas. Solo hay que mirar con mucha, mucha atención para descubrirlas. Desde ese día, siempre recordaba la increíble fiesta que se escondía en una simple gota de agua.
Y recuerda siempre: si miras con atención, ¡encontrarás una fiesta en cualquier rincón!
Un día llovió. ¡Plic, plac, ploc! El jardín se llenó de charcos brillantes. El abuelo vio uno y, con un palito, cogió una gota de agua. ¡Una sola gotita! Se preguntó: "¿Qué habrá aquí dentro?".
Puso la gota bajo su lupa mágica y miró. ¡Oh, sorpresa! Dentro de la gotita había una fiesta secreta. Un montón de bichitos pequeñitos bailaban sin parar. ¡Gira que te gira, vuelta que te vuelta! Unos eran redondos y otros parecían gusanitos, ¡todos muy juguetones!
Un bichito verde perseguía a uno azul. ¡Zas, zas! Otro, que brillaba un poquito, saltaba muy alto. ¡Hop, hop! Era un mundo secreto lleno de baile y alegría. ¡Gira que te gira, vuelta que te vuelta!
El abuelo miraba la fiesta y sonreía. ¡Qué divertido! Pero después de tanto bailar, los bichitos se cansaron. Empezaron a moverse más despacio... y más despacio... hasta que, ¡shhh!, todos se quedaron quietos. La gran fiesta se convirtió en una siesta silenciosa.
El abuelo entendió que el mundo está lleno de maravillas escondidas. Solo hay que mirar con mucha, mucha atención para descubrirlas. Desde ese día, siempre recordaba la increíble fiesta que se escondía en una simple gota de agua.
Y recuerda siempre: si miras con atención, ¡encontrarás una fiesta en cualquier rincón!
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