La aventura de la estrellita perdida

La aventura de la estrellita perdida

por Hans Christian Andersen

⏱️5 min3-4 añosAmorCooperación
Había una vez una mamá que quería muchísimo a su pequeño. Una noche, mientras dormía abrazado a su juguete favorito, ¡la estrellita brillante desapareció! El niño se despertó un poquito triste. "¿Dónde está mi estrella?", preguntó con un puchero. La mamá le dio un beso grande en la frente y le susurró con voz suave: “No te preocupes, mi amor. Seguro que tu estrellita está jugando a las escondidas. ¡Vamos a vivir una aventura para encontrarla juntos!”.

La mamá fue de puntillas al jardín, donde la luna redonda lo iluminaba todo. Allí vio unas flores de colores que dormían en su maceta. “Buenas noches, lindas florecitas. ¿Han visto por aquí a una estrella juguetona?”, preguntó en un susurro para no despertarlas del todo. Una de las flores bostezó y dijo: “Tenemos un poquito de sed. Si nos das agua fresquita, abriremos bien los ojos para ayudarte a buscar”. La mamá tomó una jarrita con agua y les dio de beber. Las flores abrieron sus pétalos de colores. “¡Muchas gracias! Oímos una risita que venía de la sala”, dijeron todas a la vez.

La mamá entró en la sala y vio la manta más suave y calentita del sofá. Parecía una nube de algodón. “Hola, mantita suave. ¿Estás escondiendo tú a la pequeña estrella?”, preguntó mientras la acomodaba con mucho cariño para que estuviera más esponjosa. La manta se movió un poquito y susurró con una voz muy bajita: “¡Qué bien se está así de cómoda! Yo no la tengo, pero creo que rodó y rodó hasta la cocina. ¡Búscala cerca de algo que huele muy muy rico!”.

Entonces, la mamá caminó hasta la cocina. Encima de la mesa estaba el tarro de las galletas, que tenía forma de un oso muy simpático y sonriente. “Hola, Señor Oso. ¿Sabes dónde se metió la estrellita?”, le preguntó. La tapa del tarro se movió un poquito, como si el oso le guiñara un ojo. “¡Claro que sí!”, dijo el oso con una voz muy divertida. “La estoy cuidando para que no se sintiera sola. Si me cantas una canción bien alegre, ¡te la devolveré enseguida!”.

La mamá sonrió y cantó la canción más alegre que sabía, esa que siempre hacía reír a su hijo a carcajadas. El oso de las galletas también se rio y su tapa se abrió con un "¡pop!". ¡Y allí dentro estaba la estrellita, brillando más que nunca! La mamá le dio las gracias al oso y corrió a la habitación de su hijo. Le entregó su juguete y le dio un abrazo grande y calentito. "Aquí tienes tu estrella, mi campeón". El niño sonrió, una sonrisa gigante que iluminó toda la habitación. Abrazó a su estrella con fuerza, se acurrucó bajo las sábanas y se durmió feliz. Y así, esa noche aprendieron que con un poco de ayuda y mucho amor, todas las estrellas perdidas siempre vuelven a casa.

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