
La Historia del Año
En lo alto de un gran árbol, una familia de gorriones se preguntaba algo muy importante. —¿Quién es el rey del año? —piaba el gorrión más pequeño—. ¿Quién decide cuándo sale el sol o cuándo cae la nieve? Como nadie lo sabía, decidieron mirar con mucha atención.
Pronto, un aire tibio y dulce llegó bailando entre las ramas. ¡Era la Primavera! Traía una cesta llena de semillas y gotitas de lluvia para despertar al mundo. —¡Hola a todos! ¡Es hora de jugar! —cantaba. Con su magia, tocaba la tierra y hacía nacer flores de mil colores. Pintaba los árboles de un verde brillante y ayudaba a los animales a salir de sus cuevas. Los gorriones se sentían muy contentos. ¡Pío, pío! Les encantaba el calorcito y construían sus nidos cantando sin parar.
Cuando todo estaba lleno de flores, la Primavera le dio un abrazo a su amigo, el Verano. El Verano llegó riendo a carcajadas, con el sol brillando como una gran pelota dorada. —¡A correr y a saltar! —gritaba con alegría. Hacía los días muy largos para poder jugar hasta tarde. Calentaba el agua de los ríos para chapotear y hacía que las frutas estuvieran muy dulces. Los gorriones sentían el sol calentito en sus plumas, ¡y les daba cosquillas! El Verano era una gran fiesta bajo el sol.
Después de mucho sol, llegó el Otoño caminando despacito. Llevaba un pincel en la mano. —Ahora, vamos a pintar el mundo para que descanse —dijo con voz suave. El Otoño pintó las hojas de los árboles de color naranja, rojo y amarillo. Una brisa fresca sopló y las hojas cayeron al suelo, creando una alfombra que crujía al pisar. ¡Crunch, crunch! Los gorriones sentían el aire fresquito y se acurrucaban juntos. Era hora de buscar un nidito cómodo y prepararse para el frío.
Finalmente, el Otoño se despidió y llegó el Invierno, envuelto en un gran manto blanco y muy suave. —Shhh, es tiempo de descansar —susurró con calma. Sopló con mucho cuidado y del cielo empezaron a caer copos de nieve. ¡Puf! ¡Lo cubrió todo de blanco! Los gorriones, ya en su nido, miraban por un agujerito cómo caía la nieve. Se sentían calentitos y seguros, todos juntos como una bolita de plumas. ¡Qué paz y qué silencio!
Los gorriones, bien juntitos en su nido, por fin lo entendieron todo. No había un solo rey. La Primavera, el Verano, el Otoño y el Invierno eran como una familia mágica en la que todos se ayudaban. Cada uno tenía su trabajo especial para que el año fuera siempre maravilloso.
Y los gorriones aprendieron que, igual que las estaciones, cuando todos se ayudan, ¡el mundo es un lugar mucho más bonito!
Pronto, un aire tibio y dulce llegó bailando entre las ramas. ¡Era la Primavera! Traía una cesta llena de semillas y gotitas de lluvia para despertar al mundo. —¡Hola a todos! ¡Es hora de jugar! —cantaba. Con su magia, tocaba la tierra y hacía nacer flores de mil colores. Pintaba los árboles de un verde brillante y ayudaba a los animales a salir de sus cuevas. Los gorriones se sentían muy contentos. ¡Pío, pío! Les encantaba el calorcito y construían sus nidos cantando sin parar.
Cuando todo estaba lleno de flores, la Primavera le dio un abrazo a su amigo, el Verano. El Verano llegó riendo a carcajadas, con el sol brillando como una gran pelota dorada. —¡A correr y a saltar! —gritaba con alegría. Hacía los días muy largos para poder jugar hasta tarde. Calentaba el agua de los ríos para chapotear y hacía que las frutas estuvieran muy dulces. Los gorriones sentían el sol calentito en sus plumas, ¡y les daba cosquillas! El Verano era una gran fiesta bajo el sol.
Después de mucho sol, llegó el Otoño caminando despacito. Llevaba un pincel en la mano. —Ahora, vamos a pintar el mundo para que descanse —dijo con voz suave. El Otoño pintó las hojas de los árboles de color naranja, rojo y amarillo. Una brisa fresca sopló y las hojas cayeron al suelo, creando una alfombra que crujía al pisar. ¡Crunch, crunch! Los gorriones sentían el aire fresquito y se acurrucaban juntos. Era hora de buscar un nidito cómodo y prepararse para el frío.
Finalmente, el Otoño se despidió y llegó el Invierno, envuelto en un gran manto blanco y muy suave. —Shhh, es tiempo de descansar —susurró con calma. Sopló con mucho cuidado y del cielo empezaron a caer copos de nieve. ¡Puf! ¡Lo cubrió todo de blanco! Los gorriones, ya en su nido, miraban por un agujerito cómo caía la nieve. Se sentían calentitos y seguros, todos juntos como una bolita de plumas. ¡Qué paz y qué silencio!
Los gorriones, bien juntitos en su nido, por fin lo entendieron todo. No había un solo rey. La Primavera, el Verano, el Otoño y el Invierno eran como una familia mágica en la que todos se ayudaban. Cada uno tenía su trabajo especial para que el año fuera siempre maravilloso.
Y los gorriones aprendieron que, igual que las estaciones, cuando todos se ayudan, ¡el mundo es un lugar mucho más bonito!
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