La Oca de Oro

La Oca de Oro

por Hermanos Grimm

⏱️5 min3-4 añosBondadAlegría
Había una vez, en un lugar no muy lejano, un joven llamado Tontín. Sus hermanos mayores pensaban que era un poco simple, pero lo que Tontín tenía era un corazón de oro, mucho más valioso que cualquier tesoro. Un día, su madre le pidió que fuera al bosque a buscar leña, y le preparó un sencillo bocadillo y una botella de agua.

Mientras caminaba por el bosque, Tontín se encontró con un hombrecillo de barba blanca que parecía muy cansado y hambriento. "Joven, ¿podrías compartir un poco de tu comida conmigo?", preguntó el anciano. Sin pensarlo dos veces, Tontín se sentó y compartió todo su almuerzo con él.

El hombrecillo, que era un mago del bosque, sonrió agradecido. "Por tu gran bondad, recibirás un regalo especial", le dijo. "Debajo de ese gran roble antiguo, encontrarás una oca con plumas de oro puro. Es para ti". Tontín corrió hacia el árbol y, ¡era verdad! Allí había una oca magnífica, tan brillante que parecía un pedacito de sol.

Feliz con su increíble amiga, Tontín decidió ir a la ciudad. En el camino, se detuvo a descansar en una posada. El posadero tenía dos hijas muy curiosas que no podían dejar de mirar la oca dorada. La mayor pensó: "¡Tengo que conseguir una de esas plumas brillantes!". Esperó a que Tontín se durmiera y se acercó de puntillas para arrancar una pluma. Pero en cuanto la tocó, ¡su mano se quedó completamente pegada!

Su hermana pequeña, al oír sus quejidos, fue a ayudarla. "¡Tira más fuerte!", le dijo. Pero al tocar a su hermana, ¡ella también se quedó pegada! A la mañana siguiente, Tontín se despertó, tomó a su oca y, sin notar nada raro, comenzó a caminar. Detrás de él, como si fueran un trenecito, iban las dos hermanas, ¡incapaces de soltarse!

Al pasar por la plaza del pueblo, un pastelero con un gran gorro blanco vio el alboroto. "¿Qué es esto? ¡Una oca de oro!", exclamó, y se acercó para tocarla. ¡Zas! Él también quedó pegado al final de la fila. Ahora el desfile era aún más divertido: Tontín, la oca, las dos hermanas y el pastelero, todos avanzando juntos por el camino.

El extraño grupo llegó al castillo del rey. En ese castillo vivía una princesa que había olvidado cómo reír. Siempre estaba triste y nada la animaba. Su padre, el rey, estaba tan preocupado que prometió un gran premio a quien lograra hacerla reír.

La princesa, asomada a su balcón, vio el desfile más raro de su vida. Vio a Tontín caminando tranquilo, seguido por la oca brillante y una fila de personas que se tropezaban y quejaban. La imagen era tan cómica que una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Luego, soltó una risita. Y de repente, ¡una enorme y sonora carcajada que resonó por todo el castillo!

Al escuchar la risa de su hija, el rey corrió lleno de alegría. En ese mismo instante, todos se despegaron de la oca. El rey, agradecido, le dio a Tontín un cofre lleno de tesoros y lo invitó a vivir en el castillo para siempre, donde él, la princesa y la oca de oro se hicieron los mejores amigos.

Y recuerda siempre: quien es bueno y comparte, ¡la alegría reparte!

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