
La Pastora de Gansos
Había una vez una dulce princesa llamada Lira, que tenía un caballo mágico llamado Falada que podía hablar. Un día, Lira viajó a un reino lejano para conocer a un príncipe. La acompañaba una doncella llamada Irma, que sentía celos de ella.
Durante el viaje, la astuta Irma le dijo a Lira: "Cambiemos nuestros vestidos, ¡será un juego divertido!". Lira, que era muy confiada, aceptó. Pero en cuanto llegaron al castillo, Irma, con el vestido bonito, se presentó como la princesa. A la verdadera princesa Lira, con la ropa sencilla, la enviaron a cuidar gansos con un niño llamado Curd.
Irma, para que nadie descubriera su secreto, envió al caballo Falada a los establos más lejanos del castillo. Cada día, Lira llevaba a sus gansos al campo. Estaba muy triste y extrañaba a su amigo Falada.
Curd notó que el cabello de Lira brillaba como el sol y, por curiosidad, intentó tocarlo. Pero Lira dijo unas palabras mágicas: "Viento, viento, ven a jugar, ¡y llévate el sombrero de Curd a volar!". ¡Y un viento juguetón le quitó el sombrero a Curd!
Curd, un poco molesto, fue a contarle al rey: "¡La pastora de gansos hace magia con el viento!". El rey, que era muy sabio, sintió curiosidad. Al día siguiente, fue a ver a Lira en secreto. Vio lo dulce que era con los gansos y la cara de tristeza que tenía. Se acercó con amabilidad y le preguntó: "Pequeña, ¿por qué estás tan triste?".
Al ver sus ojos buenos, Lira le contó toda la verdad. El rey fue a los establos y le preguntó a Falada: "¿Es Lira la verdadera princesa?". El caballo mágico asintió y dijo: "Sí, mi rey".
El rey llevó a Lira al castillo y la vistió con sus ropas de princesa. Luego, le dijo a Irma: "Has sido descubierta. Para que aprendas a ser buena, ahora tú cuidarás de los gansos".
Lira y el príncipe se hicieron grandes amigos y fueron muy felices, enseñando a todos que la bondad y la verdad siempre ganan.
Durante el viaje, la astuta Irma le dijo a Lira: "Cambiemos nuestros vestidos, ¡será un juego divertido!". Lira, que era muy confiada, aceptó. Pero en cuanto llegaron al castillo, Irma, con el vestido bonito, se presentó como la princesa. A la verdadera princesa Lira, con la ropa sencilla, la enviaron a cuidar gansos con un niño llamado Curd.
Irma, para que nadie descubriera su secreto, envió al caballo Falada a los establos más lejanos del castillo. Cada día, Lira llevaba a sus gansos al campo. Estaba muy triste y extrañaba a su amigo Falada.
Curd notó que el cabello de Lira brillaba como el sol y, por curiosidad, intentó tocarlo. Pero Lira dijo unas palabras mágicas: "Viento, viento, ven a jugar, ¡y llévate el sombrero de Curd a volar!". ¡Y un viento juguetón le quitó el sombrero a Curd!
Curd, un poco molesto, fue a contarle al rey: "¡La pastora de gansos hace magia con el viento!". El rey, que era muy sabio, sintió curiosidad. Al día siguiente, fue a ver a Lira en secreto. Vio lo dulce que era con los gansos y la cara de tristeza que tenía. Se acercó con amabilidad y le preguntó: "Pequeña, ¿por qué estás tan triste?".
Al ver sus ojos buenos, Lira le contó toda la verdad. El rey fue a los establos y le preguntó a Falada: "¿Es Lira la verdadera princesa?". El caballo mágico asintió y dijo: "Sí, mi rey".
El rey llevó a Lira al castillo y la vistió con sus ropas de princesa. Luego, le dijo a Irma: "Has sido descubierta. Para que aprendas a ser buena, ahora tú cuidarás de los gansos".
Lira y el príncipe se hicieron grandes amigos y fueron muy felices, enseñando a todos que la bondad y la verdad siempre ganan.
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