La Zorra y las Uvas

La Zorra y las Uvas

por Esopo

⏱️5 min3-4 añosResilienciaEsfuerzo
Había una vez, en un día muy, muy soleado, una zorra astuta con una cola tan suave y peluda como una nube. Mientras paseaba alegremente por el campo, su barriguita empezó a sonar. ¡Grrr, grrr! Era un sonido que significaba una sola cosa: ¡tenía muchísima hambre!

De repente, un olor dulce y delicioso llegó hasta su nariz. '¿Qué es ese olor tan rico?', se preguntó. Siguió el aroma con su hocico curioso y levantó la vista. ¡Allí estaban! Colgando de una parra alta, muy alta, había un racimo de uvas enormes, redondas y de un color morado tan brillante que parecían joyas. El sol las hacía brillar y parecían susurrarle: '¡Estamos deliciosas!'.

'¡Yum, yum! ¡Qué postre tan perfecto!', exclamó la zorra, relamiéndose los bigotes. Se puso justo debajo de las uvas y se preparó. 'A la una, a las dos... ¡y a las tres!'. Dio un pequeño salto con sus patas traseras. ¡Hop! Pero sus patitas apenas se levantaron del suelo. Las uvas seguían muy lejos, como pequeñas lunas moradas en el cielo.

'¡Uhm, necesito más impulso!', decidió la zorra. Se alejó unos pasos para tomar carrerilla. Corrió muy rápido y saltó con todas sus ganas. ¡Fiuuuush! Por un segundo, sintió que volaba, pero aterrizó de nuevo en la hierba suave sin poder alcanzar ni una sola uva.

La zorra no se rindió. Miró las uvas, que se mecían suavemente con la brisa, y frunció el ceño. '¡Ahora sí que sí!', pensó. Se agachó, movió su cola de un lado a otro para tener equilibrio y dio el salto más increíble de su vida. Se estiró y se estiró en el aire, ¡parecía un cohete peludo! Pero, por más que lo intentó, sus patitas no lograron agarrar ni la hoja más baja. Aterrizó con un suave 'puf' en el suelo.

Se sentó, cansada y un poco despeinada. Sintió su corazón latir muy rápido. ¡Pum, pum, pum! Estaba un poco triste y un poco enfadada porque de verdad quería esas uvas. Respiró hondo, una vez... y otra vez. '¡Uf! ¡Cuánto he saltado!', pensó, y una pequeña sonrisa apareció en su cara. Se sintió orgullosa de haberlo intentado con todas sus fuerzas.

Se levantó, sacudió el polvo de su pelaje y miró las uvas una última vez con una sonrisa. '¡Qué uvas tan bonitas!', dijo en voz alta. 'Hoy no las pude alcanzar, ¡pero qué bien me lo he pasado intentándolo!'. Dio una pequeña vuelta, como si estuviera bailando. 'Bueno, ahora seguiré mi paseo. ¡Quizás encuentre unas fresas deliciosas por el camino!'.

Y con su colita moviéndose de alegría, se alejó canturreando, feliz por su aventura y lista para encontrar otro tesoro en el campo. Y recuerda: aunque no lo consigas, ¡lo importante es intentarlo con alegría!

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