
Las Flores De La Pequeña Ida
¡Mis pobres flores están marchitas!, dijo la pequeña Ida. Sus flores, que ayer estaban tan bonitas, hoy tenían sus hojitas caídas y tristes. Un amigo la vio y le contó un secreto.
"Tus flores no están enfermas, Ida. ¡Solo están muy, muy cansadas!". Ida se sorprendió. "¿Cansadas? ¿Por qué?". "¡Porque anoche fueron a un gran baile!", le susurró el amigo. "Cuando todos duermen, las flores hacen una fiesta. ¡Bailan y bailan sin parar!".
Esa noche, Ida acostó a sus flores en la camita de su muñeca. Les puso una mantita pequeña y les dijo: "Descansen bien, florecitas". Ida se quedó mirando desde su cama y, de repente, ¡sucedió la magia!
Las flores se levantaron de un salto. Estiraron sus tallos y se prepararon para bailar. ¡La fiesta iba a empezar! Dos rosas rojas bailaron juntas, dando muchas vueltas y más vueltas. ¡Gira, gira, qué emoción!
Unos tulipanes amarillos hicieron un trencito. ¡Chu, chú, qué divertido! ¡Hasta los juguetes se unieron al baile! Un soldadito de plomo invitó a bailar a una violeta, y la muñeca Sofía bailó muy contenta con una bonita flor blanca.
La música sonaba por todo el cuarto. ¡Qué alegría tan grande! Bailaron y rieron hasta que salió el sol. Entonces, muy cansadas, las flores volvieron a la camita de la muñeca. ¡Shhh, a dormir!
A la mañana siguiente, Ida vio a sus flores y sonrió. Ya no estaba triste porque conocía su secreto. Con mucho cuidado, las llevó al jardín. Se sintió muy feliz de poder ayudarlas.
Hizo un pequeño agujero en la tierra y las plantó. "Duerman bien aquí", les dijo con una sonrisa. "Así crecerán más fuertes para la próxima fiesta".
Y así fue como Ida aprendió que, cuando cuidamos las cosas que amamos, ¡crecen más fuertes y bonitas!
"Tus flores no están enfermas, Ida. ¡Solo están muy, muy cansadas!". Ida se sorprendió. "¿Cansadas? ¿Por qué?". "¡Porque anoche fueron a un gran baile!", le susurró el amigo. "Cuando todos duermen, las flores hacen una fiesta. ¡Bailan y bailan sin parar!".
Esa noche, Ida acostó a sus flores en la camita de su muñeca. Les puso una mantita pequeña y les dijo: "Descansen bien, florecitas". Ida se quedó mirando desde su cama y, de repente, ¡sucedió la magia!
Las flores se levantaron de un salto. Estiraron sus tallos y se prepararon para bailar. ¡La fiesta iba a empezar! Dos rosas rojas bailaron juntas, dando muchas vueltas y más vueltas. ¡Gira, gira, qué emoción!
Unos tulipanes amarillos hicieron un trencito. ¡Chu, chú, qué divertido! ¡Hasta los juguetes se unieron al baile! Un soldadito de plomo invitó a bailar a una violeta, y la muñeca Sofía bailó muy contenta con una bonita flor blanca.
La música sonaba por todo el cuarto. ¡Qué alegría tan grande! Bailaron y rieron hasta que salió el sol. Entonces, muy cansadas, las flores volvieron a la camita de la muñeca. ¡Shhh, a dormir!
A la mañana siguiente, Ida vio a sus flores y sonrió. Ya no estaba triste porque conocía su secreto. Con mucho cuidado, las llevó al jardín. Se sintió muy feliz de poder ayudarlas.
Hizo un pequeño agujero en la tierra y las plantó. "Duerman bien aquí", les dijo con una sonrisa. "Así crecerán más fuertes para la próxima fiesta".
Y así fue como Ida aprendió que, cuando cuidamos las cosas que amamos, ¡crecen más fuertes y bonitas!
Cuentos que te pueden gustar
Descubre historias similares llenas de aventuras y enseñanzas