Pulgarcita

Pulgarcita

por Hans Christian Andersen

⏱️3 min3-4 añosBondadValentía
Había una vez una mujer muy buena que soñaba con tener una hijita pequeña. Un día, una hada le regaló un grano de cebada mágico. La mujer lo plantó en una maceta y, al instante, creció una flor preciosa, parecida a un tulipán. Cuando los pétalos se abrieron, ¡sorpresa! En el centro había una niña diminuta, no más grande que un dedo pulgar. Por eso la llamó Pulgarcita. Pulgarcita era muy feliz. Dormía en una cáscara de nuez y jugaba en un plato con agua que parecía un lago. Pero una noche, mientras dormía, un sapo grande y feo entró por la ventana. "¡Qué esposa tan bonita para mi hijo!", pensó el sapo, y se la llevó al río. El sapo dejó a Pulgarcita en una hoja grande, en medio del agua. Cuando despertó y vio dónde estaba, se puso a llorar. Unos pececitos la oyeron y, para ayudarla, mordisquearon el tallo de la hoja hasta que se soltó y flotó río abajo. Una mariposa blanca se posó en la hoja y tiró de ella, llevándola más rápido. De repente, un escarabajo volador la atrapó y se la llevó a su árbol. Pero los otros escarabajos se rieron de ella. "¡Qué rara es! ¡Solo tiene dos piernas!", decían. Al escarabajo no le gustó que se burlaran de su nueva amiga, así que la dejó suavemente en una margarita y se fue. Sola otra vez, Pulgarcita pasó el verano y el otoño en el bosque. Pero llegó el frío invierno y la pobre no tenía dónde ir. Tiritando, encontró la casita de una ratoncita de campo, que fue muy amable con ella. "Puedes quedarte aquí todo el invierno", le dijo la ratoncita. La ratoncita tenía un vecino muy rico, un topo que vivía bajo tierra. El topo se enamoró de Pulgarcita y quería que viviera con él en su túnel oscuro. A Pulgarcita no le gustaba la idea, ¡ella amaba el sol y las flores! Un día, Pulgarcita encontró una golondrina que se había lastimado un ala y no podía volar al sur. Con mucho cuidado, la cubrió con lana y le dio de comer hasta que se recuperó. Cuando llegó la primavera, la golondrina estaba lista para volar. "Gracias por salvarme", le dijo a Pulgarcita. "¿Quieres venir conmigo a las tierras cálidas?". "¡Sí, por favor!", exclamó Pulgarcita. Se subió a la espalda de la golondrina y juntas volaron muy, muy alto, por encima de montañas y mares. Finalmente, llegaron a un país lleno de sol y flores gigantes. La golondrina la dejó con mucho cuidado sobre el pétalo de una flor blanca y grande. Y allí, en el corazón de la flor, Pulgarcita vio a un príncipe tan pequeño como ella, con alas transparentes y una corona de oro. El príncipe le sonrió y le preguntó: "¿Cómo te llamas, hermosa niña?". "Me llamo Pulgarcita", respondió ella. Él le pidió que fuera la reina de todas las flores. Pulgarcita aceptó feliz. Y así, la pequeña Pulgarcita encontró un hogar lleno de luz y amigos de su tamaño. Y en el corazón de una flor, la niña más pequeña del mundo encontró la felicidad más grande.

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