
Rapunzel
En un lugar muy lejano, vivía una niña llamada Rapunzel, con un cabello dorado y tan largo como un día de verano. Vivía en una torre muy alta sin puertas ni escaleras, con solo una ventanita para asomarse al mundo. La cuidaba una hechicera llamada Gothel, que la quería a su manera, pero temía que el mundo exterior pudiera hacerle daño.
Cada día, Gothel la llamaba desde abajo: '¡Rapunzel, Rapunzel, deja tu pelo caer!'. Y Rapunzel, con una sonrisa, dejaba caer su brillante trenza para que Gothel pudiera subir. A Rapunzel le encantaba cantar, y su voz era tan dulce que las flores parecían escucharla.
Un día, un príncipe amable que exploraba el bosque en su caballo escuchó su melodía. Curioso, siguió el sonido hasta la torre y vio cómo Gothel subía por la trenza. '¡Qué valiente es!', pensó, admirado.
Al día siguiente, esperó a que Gothel se fuera y, con voz suave, la llamó: '¡Rapunzel, Rapunzel, deja tu pelo caer!'. Rapunzel se sorprendió al ver a un príncipe en lugar de a Gothel, pero él fue tan respetuoso y alegre que enseguida se hicieron grandes amigos. El príncipe la visitaba a menudo, y no solo cantaban y reían, sino que compartían sus sueños.
Rapunzel soñaba con ver los campos de flores de los que hablaban los pájaros, y el príncipe le prometió que la ayudaría. Juntos, idearon un plan maravilloso: cada vez que el príncipe la visitara, le llevaría un trozo de seda, y Rapunzel, con mucha paciencia, tejería una escalera para poder bajar de la torre y explorar el mundo juntos.
Pero un día, Gothel encontró un pedacito de seda que se había caído. No se enfadó, sino que se sintió muy triste y asustada. Pensaba que el mundo era peligroso y quería proteger a Rapunzel. Con el corazón encogido, llevó a Rapunzel a una casita en un claro del bosque, creyendo que allí estaría más segura.
Esa tarde, cuando el príncipe llegó, encontró a Gothel. Con voz temblorosa, ella le dijo: 'Rapunzel ya no está aquí. Intento protegerla'. Y soltó la trenza para que el príncipe no pudiera volver a subir. El príncipe se sintió triste, pero no perdió la esperanza.
Lleno de valentía y recordando las historias que Rapunzel le contaba sobre las flores que soñaba conocer, la buscó sin descanso. Un día, escuchó de nuevo su dulce canto, esta vez lleno de anhelo. ¡Era Rapunzel! Corrió hacia ella y se dieron un abrazo que celebraba su amistad y coraje.
Juntos regresaron al reino, donde Rapunzel descubrió un mundo lleno de colores y amigos. Demostraron que la confianza y la ayuda mutua son la mejor escalera para superar cualquier obstáculo y alcanzar los sueños.
Cada día, Gothel la llamaba desde abajo: '¡Rapunzel, Rapunzel, deja tu pelo caer!'. Y Rapunzel, con una sonrisa, dejaba caer su brillante trenza para que Gothel pudiera subir. A Rapunzel le encantaba cantar, y su voz era tan dulce que las flores parecían escucharla.
Un día, un príncipe amable que exploraba el bosque en su caballo escuchó su melodía. Curioso, siguió el sonido hasta la torre y vio cómo Gothel subía por la trenza. '¡Qué valiente es!', pensó, admirado.
Al día siguiente, esperó a que Gothel se fuera y, con voz suave, la llamó: '¡Rapunzel, Rapunzel, deja tu pelo caer!'. Rapunzel se sorprendió al ver a un príncipe en lugar de a Gothel, pero él fue tan respetuoso y alegre que enseguida se hicieron grandes amigos. El príncipe la visitaba a menudo, y no solo cantaban y reían, sino que compartían sus sueños.
Rapunzel soñaba con ver los campos de flores de los que hablaban los pájaros, y el príncipe le prometió que la ayudaría. Juntos, idearon un plan maravilloso: cada vez que el príncipe la visitara, le llevaría un trozo de seda, y Rapunzel, con mucha paciencia, tejería una escalera para poder bajar de la torre y explorar el mundo juntos.
Pero un día, Gothel encontró un pedacito de seda que se había caído. No se enfadó, sino que se sintió muy triste y asustada. Pensaba que el mundo era peligroso y quería proteger a Rapunzel. Con el corazón encogido, llevó a Rapunzel a una casita en un claro del bosque, creyendo que allí estaría más segura.
Esa tarde, cuando el príncipe llegó, encontró a Gothel. Con voz temblorosa, ella le dijo: 'Rapunzel ya no está aquí. Intento protegerla'. Y soltó la trenza para que el príncipe no pudiera volver a subir. El príncipe se sintió triste, pero no perdió la esperanza.
Lleno de valentía y recordando las historias que Rapunzel le contaba sobre las flores que soñaba conocer, la buscó sin descanso. Un día, escuchó de nuevo su dulce canto, esta vez lleno de anhelo. ¡Era Rapunzel! Corrió hacia ella y se dieron un abrazo que celebraba su amistad y coraje.
Juntos regresaron al reino, donde Rapunzel descubrió un mundo lleno de colores y amigos. Demostraron que la confianza y la ayuda mutua son la mejor escalera para superar cualquier obstáculo y alcanzar los sueños.
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